EL NACIMIENTO DE KRISHNA Y SUS PASATIEMPOS INFANTILES
Narración adaptada y resumida para la obra de teatro presentada en el Seva Ashram de Ticul, tomado del libro “Krishna, la Suprema Personalidad de Dios” de Srila Bhaktivedhanta Swami Maharaj Prabhupad, presentada en el festival de Janmashtami 2025

ACTO 1, El advenimiento del Señor Krishna
Una vez, el mundo se vio agobiado por la innecesaria fuerza defensiva de varios reyes, que se hacían pasar por miembros de la orden real, pero que en realidad eran demonios. En ese entonces, el mundo entero estaba perturbado, y la deidad predominante de la Tierra, conocida como Bhūmi, fue a ver al Señor Brahmā para contarle acerca de las calamidades que le causaban esos reyes demoníacos. Bhūmi asumió la forma de una vaca y se presentó ante el Señor Brahmā con lágrimas en sus ojos. Ella estaba desolada, y lloraba simplemente para invocar la compasión del Señor. Bhūmi le describió al Señor Brahmā la desastrosa situación en la que se hallaba la Tierra, y Brahmā, después de oír esto, se afligió mucho y se dirigió de inmediato hacia el océano de leche, donde reside el Señor Viṣṇu. El Señor Brahmā iba acompañado por todos los semidioses, encabezados por el Señor Śiva, y Bhūmi también los acompañó.
Después de que todos los semidioses le ofrecieron la oración Puruṣa-sūkta a la Suprema Personalidad de Dios, aparentemente no oyeron respuesta alguna. Entonces, el Señor Brahmā se sentó personalmente a meditar, y el Señor Viṣṇu le transmitió un mensaje, que Brahmā comunicó después a los semidioses.
El mensaje era: «Muy pronto aparecerá en la Tierra la Suprema Personalidad de Dios, junto con Sus poderosas potencias supremas, y mientras Él permanezca en el planeta Tierra para cumplir su misión de aniquilar a los demonios y establecer a los devotos, los semidioses también deberán estar en ese planeta para asistirlo. Todos ellos deberán nacer de inmediato en la familia de la dinastía Yadu, pues en ella —a su debido tiempo— aparecerá también el Señor. Kṛṣṇa Mismo, la Suprema Personalidad de Dios, aparecerá personalmente como el hijo de Vasudeva. Antes de Su aparición, todos los semidioses, junto con sus esposas, habrán de aparecer en diferentes familias piadosas del mundo, para asistir al Señor en la ejecución de Su misión».
En una ocasión, Vasudeva, el hijo de Śūrasena, justamente después de contraer matrimonio con Devakī, se dirigía a su casa en su cuadriga, acompañado por su nueva esposa. El padre de Devakī, conocido como Devaka, les había otorgado una generosa dote, porque sentía mucho afecto por su hija. Había contribuido con cientos de cuadrigas completamente decoradas con equipo de oro. En esa oportunidad, Kaṁsa, el hijo de Ugrasena, para complacer a su hermana Devakī, había tomado voluntariamente las riendas de los caballos de la cuadriga de Vasudeva y la estaba conduciendo.
Mientras los novios pasaban en su cuadriga, se estaban tocando instrumentos musicales de diferentes clases para señalar ese auspicioso momento. La procesión avanzaba muy placenteramente y Kaṁsa conducía la cuadriga, cuando de pronto se oyó un milagroso sonido que vibraba desde el cielo, el cuál le advirtió a Kaṁsa especialmente: «Kaṁsa, eres un gran necio. Conduces la cuadriga de tu hermana y de tu cuñado, pero no sabes que el octavo hijo de esta hermana habrá de matarte».
Inmediatamente después de oír la profecía venida del cielo, Kaṁsa tomó a Devakī por los cabellos y se dispuso a matarla con su espada. Vasudeva quedó asombrado ante la conducta de Kaṁsa, y a fin de apaciguar a su cruel y desvergonzado cuñado, le dijo lo siguiente con gran razón y evidencia: «Mi querido cuñado Kaṁsa, tú eres el rey más famoso de la dinastía Bhoja, y la gente sabe que tú eres el más grande de los guerreros y un rey valiente. ¿Por qué te dejas llevar por la ira hasta el punto de querer matar a una mujer, que además es tu propia hermana, en el propicio momento de su boda? ¿Por qué le temes tanto a la muerte? La muerte nace contigo. Desde el mismo día en que naciste, comenzaste a morir. Si tienes veinticinco años, eso significa que ya has muerto durante veinticinco años. Mueres a cada momento, a cada segundo. Entonces, ¿por qué le temes tanto a la muerte?
Vasudeva apeló a Kaṁsa en favor de Devakī, mencionando que esta era su hermana menor.
Aunque Vasudeva estaba profundamente apenado, mostró una aparente felicidad, y se dirigió de la siguiente manera al cruel y desvergonzado Kaṁsa, debido a que este era muy atroz: «Mi querido cuñado, te suplico que consideres que tu hermana no representa peligro alguno para ti. Tú esperas algún peligro porque oíste una voz profética en el cielo, pero el peligro ha de venir de los hijos de tu hermana que no están presentes aún. Y, ¿quién sabe? En el futuro, puede que haya hijos o puede que no los haya. Considerando todo esto, tú estás a salvo por ahora. No hay razón para que le temas a tu hermana. Si ella tiene hijos, prometo presentártelos a todos para que tomes las medidas necesarias».
Kaṁsa conocía el valor de la palabra de honor de Vasudeva, y los argumentos de este terminaron por convencerlo. Así pues, Kaṁsa desistió temporalmente del infame asesinato de su hermana. Vasudeva se alegró y alabó la decisión de Kaṁsa, y así regresó a su casa.
A su debido tiempo, Vasudeva y Devakī tuvieron nueve hijos —ocho varones y una niña—
Fue entonces cuando el gran sabio Nārada se presentó ante Kaṁsa. Nārada había sido informado de que Kaṁsa se había compadecido de Vasudeva y le había devuelto a su primogénito. Nārada estaba muy ansioso de acelerar el descenso del Señor Kṛṣṇa, tanto como fuera posible.
Nārada le advirtió a Kaṁsa que fuera cuidadoso con los amigos y bienquerientes, y con todos los semidioses que habían nacido en esas familias. Kaṁsa y todos sus amigos y consejeros eran demonios. Los demonios siempre les temen a los semidioses. Una vez que Nārada lo enteró de la aparición de los semidioses en diferentes familias, Kaṁsa se puso alerta, pues comprendió que si los semidioses ya habían aparecido, el Señor Viṣṇu habría de aparecer pronto. De inmediato, él arrestó y encarceló a su cuñado Vasudeva, y a Devakī. Dentro de la prisión, engrilletados con cadenas de hierro, Vasudeva y Devakī, procrearon un hijo varón año tras año, y Kaṁsa, pensando que cada uno de esos niños podía ser la encarnación de Viṣṇu, los mató uno tras otro. Él estaba particularmente temeroso del octavo hijo, pero después de la visita de Nārada, llegó a la conclusión de que cualquiera de ellos podía ser Kṛṣṇa. En consecuencia, pensó que era mejor matar a todos los bebés de Devakī y Vasudeva.
Al Devakī quedar embarazada por séptima vez, una expansión plenaria de Kṛṣṇa, conocida como Ananta, apareció en su vientre. Devakī estaba sobrecogida de júbilo y lamentación a la vez. Por una parte, se regocijaba, pues comprendía que el Señor Viṣṇu se había refugiado en su vientre; pero al mismo tiempo lamentaba que, tan pronto como su hijo naciera, Kaṁsa lo mataría. Entonces, Kṛṣṇa, la Suprema Personalidad de Dios, se compadeció de la terrible condición de los Yadus, causada por las atrocidades de Kaṁsa, y ordenó la aparición de Su yogamāyā. Esta yogamāyā es la potencia principal de la Personalidad de Dios. En los Vedas se afirma que el Señor, la Suprema Personalidad de Dios, tiene múltiples potencias. Parāsya śaktir vividhaiva śrūyate. Todas las diferentes potencias actúan externa e internamente, y yogamāyā es la principal de todas ellas. El Señor le informó a Yogamāyā: «Devakī y Vasudeva son prisioneros de Kaṁsa; y Śeśa, Mi expansión plenaria, se encuentra actualmente en el vientre de Devakī. Tú puedes hacer lo necesario para transferir a Śeśa del vientre de Devakī al vientre de Rohiṇī. Después de esto, Yo apareceré personalmente en el vientre de Devakī, con todas Mis potencias. Luego, apareceré como el hijo de Devakī y Vasudeva. Y tú aparecerás como hija de Nanda y Yaśodā, en Vṛndāvana.
La aparición o nacimiento del Señor no es como el nacimiento de un hombre ordinario, que se ve forzado a aceptar un cuerpo material acorde con sus acciones pasadas. La aparición del Señor se explica en el capítulo segundo: el Señor aparece conforme lo desee.
En aquel tiempo había una atmósfera de paz y prosperidad en todas partes y en todas las direcciones: Este, Oeste, Sur y Norte. Había estrellas propicias visibles en el cielo; y en la Tierra, en todos los pueblos y aldeas y en los pastizales, y dentro de las mentes de todos los hombres, había signos de buena fortuna. Los ríos fluían rebosantes y los lagos estaban bellamente decorados con flores de loto. Los bosques abundaban en aves preciosas y pavos reales.
Cuando todo estuvo así dispuesto, el Señor Viṣṇu, quien reside en el corazón de toda entidad viviente, apareció en la oscuridad de la noche como la Suprema Personalidad de Dios ante Devakī, quien parecía también como una de las semidiosas.
Vasudeva vio a aquella maravillosa criatura, nacida como un niño de cuatro brazos, sosteniendo la caracola, la maza, el disco y la flor de loto. Vasudeva quedó maravillado ante las extraordinarias características del niño. ¿Cómo podía un niño recién nacido estar adornado de este modo? Él pudo así comprender que ahora el Señor Kṛṣṇa había aparecido, y quedó sobrecogido por el suceso. Al Vasudeva convencerse de que el recién nacido era la Suprema Personalidad de Dios Mismo, se postró en el suelo con las manos juntas y comenzó a ofrecerle sus oraciones. En ese momento, Vasudeva se encontraba en la posición trascendental, y por ello quedó completamente libre de todo el temor que le tenía a Kaṁsa. Además, con Su refulgencia, el recién nacido inundaba de luz el cuarto donde apareció.
El Señor les habló así a Devakī y Vasudeva: Queridos padres, ustedes Me han criado muchas veces como hijo suyo con gran afecto y amor, lo cual Me complace enormemente, y Me siento obligado con ustedes. Debido a que han perfeccionado su misión, Yo les aseguro que esta vez podrán ir de regreso a casa, de regreso a Dios. Sé que ahora están muy preocupados por Mí y temerosos de Kaṁsa; por ello, les ordeno que Me lleven inmediatamente a Gokula y Me cambien por la hija que acaba de nacerle a Yaśodā».
Después de que dijo esto en presencia de Sus padres, el Señor se convirtió en un niño ordinario y permaneció en silencio.
Habiendo recibido las órdenes de la Suprema Personalidad de Dios, Vasudeva trató de sacar a su hijo del cuarto en que Este había nacido, y justo en ese momento, nació una niña en casa de Nanda y Yaśodā.
La madre Yaśodā se dio cuenta de que había dado a luz a una criatura, pero, fatigada por los esfuerzos del parto, se quedó profundamente dormida. Al despertar, Yaśodā no recordaba si había dado a luz a una niña o a un varón.
Después de que Vasudeva hubo ajustado todo tal como se hallaba antes de llevarse a Kṛṣṇa, todas las puertas y entradas se cerraron, quedando como antes, y los porteros se despertaron y oyeron el llanto de la recién nacida. Kaṁsa esperaba la noticia del nacimiento de la criatura, y los porteros fueron a verlo inmediatamente para informarle que el niño había nacido. En esa ocasión, Kaṁsa se levantó del lecho rápidamente, y exclamó: «¡Mi cruel muerte ya ha nacido!»
Kaṁsa era tan cruel que, sin escuchar las lastimosas súplicas de su hermana Devakī, y mientras la reprendía, cogió por la fuerza a la recién nacida y, despiadadamente, intentó estrellarla contra el piso. Pero, inmediatamente, la niña se escapó de sus manos, subió al cielo, y apareció con ocho brazos, como hermana menor de Viṣṇu. Desde arriba, la diosa se dirigió a Kaṁsa, diciendo: «Pícaro, ¿cómo puedes matarme? El niño que ha de matarte ha nacido ya, antes que yo, en algún lugar de este mundo. No seas tan cruel con tu pobre hermana» en realidad la diosa Durgā
Aconsejado así por sus demoníacos ministros y atrapado por los grilletes del tiempo eterno que todo lo devora, Kaṁsa, quien ya desde el principio era el bribón más grande de todos, decidió perseguir a los brāḥmanas y a los vaiṣṇavas. Antes de entrar en su casa, Kaṁsa les ordenó a los demonios hostigar a toda clase de personas santas.
Mientras tanto en Vrindavan, al día siguiente de la llegada de Krishna, Nanda Mahārāja, el padre adoptivo, celebró con gran alegría la ceremonia natal de Kṛṣṇa. Al día siguiente fue anunciado que Yaśodā había dado a luz a un hijo varón. De acuerdo con la costumbre védica Nanda Mahārāja realizó un suntuoso festival, donde todos los brāḥmanas reunidos para la ocasión cantaron mantras propicios, conforme al ritual, mientras los astrólogos llevaban a cabo la ceremonia natal. Nanda Mahārāja les dio a los brāḥmanas doscientas mil vacas bien decoradas, ataviadas y ornamentadas. Y su caridad no se limitó a dar vacas, sino que también regaló montañas de granos, decoradas con prendas ribeteadas con oro y muchos ornamentos. Junto con este canto de mantras y canciones, afuera de la casa de Nanda se oía el sonido de trompetas y timbales. En esta ocasión, en todos los pastizales, en todas las puertas de las casas, en los patios, y dentro y fuera de las casas, había una gran variedad de pinturas artísticas hechas con pasta de arroz, y en todas partes, incluso en las calles y en los caminos, se había rociado agua aromatizada. Los techos y las azoteas estaban decorados con diferentes clases de banderas, festones y hojas verdes. Y los portones estaban hechos de hojas verdes y flores. Todas las vacas, toros y terneros fueron ungidos con una mezcla de aceite y cúrcuma, y pintados con minerales tales como el óxido rojo, greda amarilla y manganeso. Lucían además guirnaldas de plumas de pavo real y estaban cubiertos con prendas de hermosos colores y con collares dorados.
Tan pronto como todas las pastoras de vacas oyeron que madre Yaśodā había dado a luz a un hijo, se llenaron de júbilo y se vistieron con diversos tipos de costosos atavíos y ornamentos, y ungieron sus cuerpos con cosméticos perfumados.

ACTO 2, Demonios enviados por Kamsa atacan a Krishna
Después de consultar con sus demoníacos ministros, Kaṁsa le dio instrucciones a sus muchos sirvientes demonios que se prepararan para matar a Krishna, siendo la bruja llamada Pūtanā a quien enviara primero, para que matase toda clase de niños en las ciudades, aldeas y campos de pastoreo. Se dice que en cualquier lugar donde se cante el santo nombre de Kṛṣṇa, incluso en forma negligente, todos los malos elementos, tales como brujas, fantasmas y calamidades peligrosas, desaparecen de inmediato. Putana posteriormente fue liberada de sus actos viles por obtener la Gracia del Señor
En otra ocasión, poco después de esta ceremonia, mientras madre Yaśodā acariciaba a su hijo en su regazo, sintió que el niño pesaba mucho, y, no pudiendo cargarlo, lo puso a disgusto en el suelo. Después de un rato, se entregó a los quehaceres domésticos. Entonces, Tṛṇāvarta, uno de los sirvientes de Kaṁsa, apareció allí en la forma de un torbellino, y conforme a las instrucciones de Kaṁsa, levantó a Kṛṣṇa en sus hombros y provocó una gran tormenta de polvo que azotó todo Vṛndāvana, creando un gran estruendo en todas las direcciones. A causa de esto, todo el mundo quedó con los ojos cubiertos. En pocos momentos, toda la zona de Vṛndāvana se oscureció tan densamente, que era imposible verse uno mismo o ver a alguien más. Madre Yaśodā no pudo ver a su hijo durante aquella catástrofe, pues Este había sido hurtado por el torbellino. Yaśodā comenzó a llorar lastimosamente, y cayó al suelo tal como una vaca que ha perdido a su ternero. El demonio Tṛṇāvarta, quien había tomado a Kṛṣṇa en sus hombros, subió a lo alto el cielo. Mas el niño se hizo tan pesado, que Tṛṇāvarta súbitamente no pudo continuar y tuvo que detener sus actividades de torbellino. De inmediato, todo se volvió apacible. El bebé Kṛṣṇa se hizo más y más pesado, y obligó al demonio a descender. El Señor lo asió por la nuca y Tṛṇāvarta sintió el peso del Señor como el de una gigantesca montaña; él trató de zafarse de Sus garras, pero fue incapaz de hacerlo, y sus ojos se salieron de sus cuencas. Gritando fieramente, Tṛṇāvarta cayó al suelo de Vṛndāvana, y allí murió. Al chocar contra las rocas, sus miembros quedaron destrozados, y su cuerpo se volvió visible a todos los habitantes de Vṛndāvana.

ACTO 3, Krishna se roba el yogurth
Una vez, viendo que su doncella de servicio estaba ocupada en diferentes deberes domésticos, madre Yaśodā se puso la batir la mantequilla ella misma. Y mientras la batía, cantaba los pasatiempos infantiles de Kṛṣṇa y gozaba pensando en su hijo. De pronto, la leche que se encontraba en el fuego comenzó a hervir. Para evitar que la leche se derramase, madre Yaśodā dejo a Kṛṣṇa y se dirigió hacia el fogón. Abandonado por Su madre en esa condición, Kṛṣṇa se disgustó mucho, y la furia enrojeció Sus ojos y Sus labios. Entonces, apretando Sus dientes y Sus labios, el Señor tomó una piedra e inmediatamente rompió la olla de mantequilla, cogió un poco de mantequilla, y, con lágrimas fingidas en Sus ojos, se puso a comérsela en un lugar apartado.
Mientras tanto, madre Yaśodā regresó a batir la mantequilla después de evitar que la leche se derramara. Ella vio que la olla en la cual se guardaba la mantequilla batida estaba rota. Y al no encontrar a su hijo, llegó a la conclusión de que aquello era obra de Él. Yaśodā sonrió al pensar: «Este niño es muy listo. Después de romper la olla, se ha ido por temor al castigo». Luego de buscar por todas partes, Yaśodā encontró a Kṛṣṇa sentado sobre un mortero de madera que estaba volteado. El Señor tomaba mantequilla de una olla que colgaba del techo, y con ella alimentaba a los monos. Yaśodā vio que Kṛṣṇa, consciente de Su travesura, miraba para todos lados por temor a Su madre. Al ver a su hijo haciendo eso, Yaśodā se le acercó muy silenciosamente por detrás. Kṛṣṇa, no obstante, la vio acercarse con una vara en la mano, e inmediatamente se bajó del mortero y huyó temerosamente.
Madre Yaśodā persiguió al Señor por todos los rincones, tratando de capturar a la Suprema Personalidad de Dios, a quien nunca se le acercan ni siquiera las meditaciones de los grandes yogīs. En otras palabras, Kṛṣṇa, la Suprema Personalidad de Dios, a quien nunca atrapan los yogīs y especuladores, actuaba tal como un niño pequeño, para una gran devota como madre Yaśodā. Madre Yaśodā, sin embargo, debido a su delgada cintura y a su pesado cuerpo, no pudo atrapar con facilidad al niño, el cual corría rápidamente. Aun así, Yaśodā trató de seguirlo tan rápidamente como le fue posible. Su cabello se soltó y la flor que adornaba su cabeza cayó al suelo. A pesar de estar cansada, Yaśodā alcanzó y capturó a su travieso niño. Una vez capturado, Kṛṣṇa estaba a punto de llorar, y con Sus manos se restregaba los ojos, que estaban ungidos con cosmético negro. El niño vio el rostro de Su madre cuando ella se paró frente a Él, y Sus ojos se pusieron inquietos por el temor.

Fuente de información: https://vedabase.io/es/library/kb/

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