Mis primeros años con los devotos.
Durante una estancia de verano para estudiar inglés en Boston, Estados Unidos, vi por primera vez a los devotos del Movimiento Hare Krishna. Había ido a estudiar un curso de inglés, en la universidad de Harvard, por medio de un intercambio estudiantil. Y había conseguido hospedaje con una familia americana. Un día después de las clases yendo en el metro en el tramo que se desplaza por el exterior, regresando a la casa donde me hospedaba, ahí estaban en la calle unos hombres rapados, en grupo, cantando, vestidos de manera extraña para mí. Sorprendido solo los contemple. Nunca más los volví a encontrar en esa ciudad, sino hasta mi regreso a México.
Vivía en casa de mis padres en Monterrey y estaba estudiando Administración de Empresas; a mi juicio una de las carreras universitarias más fáciles, porque me consideraba poco hábil para las matemáticas o la ciencia. Pensaba que esa carrera cubría en algo mis expectativas. Sin embargo, en lo más íntimo, no me hallaba muy bien en la vida. Experimentaba una sensación de frustración, me percibía egoísta, envidioso, amigo desleal, mezquino. Yo tenía una novia con la perspectiva de casarnos y formar una situación, situación que no se dio.
No puedo hacer una cronología de todos los sucesos de mi vida que me llevaron al Movimiento Hare Krishna, sin embargo, ahora pienso que fue un poco el destino y mucho la mano de Dios, porque cada uno nace con cierta naturaleza y vocación individuales. En aquel tiempo yo no conocía nada sobre Conciencia de Krishna. Mis padres eran católicos y yo estudiaba en la escuela de los hermanos lasallistas. La escuela había fundado una iglesia en la colonia donde vivíamos. Yo conocía al sacerdote y lo buscaba con el fin de entender mis conflictos internos.
Incluso consideraba la idea de convertirme en sacerdote. Pero yo era muy cohibido, se me dificultaba interactuar con la gente, por lo tanto, el convertirme en sacerdote se me hacía muy difícil, más allá de mis capacidades. ¿Cómo voy a hacer para dedicar mi vida a Dios? ¿Cómo voy a relacionarme con Él?
Estaba claro que no sería como sacerdote católico. Consideré la posibilidad de convertirme en monje, ya que pensaba que podía vivir una vida más recluida. No sabía nada de la vida monástica, aunque para mi representaba una opción. Busqué ayuda y la encontré a través de un amigo de la escuela, que me resolvió las dudas y me hizo saber que dentro del universo católico existían grupos monásticos; monjes trapenses, monjes cartujos, monjes franciscanos, etcétera. Sin embargo, en México no había muchas de estas corrientes y si alguien deseaba ingresar a una de ellas debería ir a los Estados Unidos o a Europa.
Entiendo que se procesaba en mí el despertar espiritual, y me invitaba a hacer un cambio. Mis padres se molestaron y se preocuparon al percatarse de que yo tenía estas dudas y tales intenciones, ellos no contemplaban la idea de que me volviese religioso. Como la mayoría de los padres, ellos deseaban que su hijo fuese exitoso, hombre de familia y con hijos que perpetuarían su apellido. Entretanto a mis amigos yo les parecía raro y me hacían bromas, porque yo ya no era como antes.
Envuelto en esta situación particular, me encontré con el Bhagavad Gita de la manera más simple. ¡En el estante de libros de una farmacia! Cuando iba a pagar la cuenta descubrí el Gita y otro libro, el Yoga Sutra de Panjali. Compré los dos libros. Era la primera vez que me asomaba a estos temas. Leí entonces en el Bhagavad Gita, en el segundo capítulo sobre la inmortalidad del alma y su diferencia con la característica temporal del cuerpo. Por primera vez entendí la diferencia entre la naturaleza ambos. En especial se me hizo muy hermoso el verso 12 del capítulo dos que dice: “Nunca ha habido un tiempo en el que tú, yo y todos estos reyes no hayamos existido. Así como existimos en el presente también hemos existido en el pasado y continuaremos existiendo en el futuro.” Más tarde he venido a saber en el Bhagavad gita se explica, que hay cuatro clases de personas que se acercan a Dios: El que sufre; el que se acerca por una ganancia material; aquel que lo impele la curiosidad y el que es sabio. Si yo tengo que especificar la forma por la que me acerque a Dios, debo señalar que yo pertenecía a clase que estaba sufriendo.
Por otra parte, recuerdo que del libro El Yoga Sutras de Patanjali me atrajo la idea de que Dios existía dentro de nuestro corazón y que podíamos ver a Dios. Era algo diferente a la educación religiosa en la que yo me había desenvuelto, donde la idea de Dios padre es un misterio y solo tenemos el conocimiento de Dios hijo. ¡Esta idea de poder conocer a Dios y de que el Señor está dentro de uno me pareció fantástica! ¿Cómo es que nadie me había hablado antes de esto? Para mi era una información nueva y maravillosa.
Tiempo después una buena amiga de la misma escuela me regaló una revista, la había encontrado en un aeropuerto de los Estados Unidos; era un ejemplar de la revista “De vuelta al Supremo”, en inglés, publicada por la Sociedad Internacional para la Conciencia de Krishna. La revista contenía ilustraciones muy bellas, fotografías de los devotos y muchos artículos. A pesar de haber tenido muchos cursos para leer inglés, yo aun no sabía bien el inglés y me era difícil leer el contenido de la revista. Pero en una página con letras muy grandes, estaba impreso el maha mantra Hare Krishna. Y mi amiga que veía la revista junto conmigo me dijo: “Mira aquí dice que aquel que canta este maha mantra se volverá feliz. Si lo cantas todas las cosas se van a resolver en tu vida.” Y así lo hice. Y canté el maha mantra Hare Krishna de todo corazón. Para ese entonces yo dejé la casa de mis padres y me fui a vivir a una casa de huéspedes. Esto fue un gran cambio para mí. En la casa de huéspedes conocí a un miembro de la Gran Fraternidad Universal, quien me enseñó sobre la dieta vegetariana. Yo todavía no conocía el movimiento de Conciencia de Krishna, pero mi amiga me regaló dos libros impresos por ISKCON, ella los había adquirido en la calle por parte de unos de votos que habían visitado Monterrey: Un libro era El Sri Isopanisad y el otro era Viaje fácil a otros planetas. La portada del Sri Isopanisad me impactó sobremanera; venia un dibujo muy hermoso del Señor Visnu, con la figura de Ananta Sesa detrás de Él, tenía su cuerpo inmerso en el océano hasta la cintura. También traía en la contraportada una fotografía de Srila Prabhupada, A C Bhaktivedanta Swami, quien me pareció feo. Yo tenía la cultura católica que siempre te da la imagen romántica de un Jesucristo, un redentor siempre joven. En cambio, Srila Prabhupada era una persona anciana, Yo no sentí ninguna atracción por el en ese momento.
Al leer los libros no entendía su contenido, pero me gustaba mucho el planteamiento que Srila Prabhupada tenía contra la sociedad materialista. Era un ataque directo en contra de los valores materiales; siempre se nos había dicho que los jóvenes éramos inmaduros y que por lo mismo nuestras criticas en contra de la sociedad materialista no tenían ningún valor, sin embargo, aquí teníamos el caso de un hombre anciano quien estaba criticando duramente a los líderes de la sociedad ¿qué dirían entonces? Ya no éramos lo jóvenes, sino una persona adulta quien los atacaba, llamándolos “burros sofisticados”, “perros”, “gatos”. Yo nunca había escuchado ni leído algo parecido. Por lo tanto, me sentía muy identificado con su postura y pensaba: aquí hay alguien quien en verdad nos comprende a los jóvenes. Y en el cual puedo refugiarme.
Mientras tanto, ya había terminado mis estudios universitarios, pero no me ubicaba laboralmente; de modo que un día comencé a viajar. Fui a visitar la ciudad de Oaxaca donde vivía la amiga de mi escuela. Después de algún tiempo surgía en mi el deseo de comunicarme con los devotos y decidí escribir una carta a la dirección que aparecía en los libros: Gobernador Tiburcio Montiel, 45. San Miguel Chapultepec. Mexico Distrito Federal. Pero nunca recibí respuesta. Así que decidí ir personalmente a la ciudad de Mexico, para encontrarme con ellos. Luego de varias aventuras, finalmente me pude poner en contacto con los devotos, en la dirección antes mencionada. En una fecha que no preciso en mi memoria, a principios de 1974, fui al templo. Tan pronto como crucé el portón de la entrada, respiré un ambiente diferente. El primer devoto que me atendió fue Ramanya Dasa. El me introdujo al interior y quedé sorprendido, por la ausencia de personas adultas, solo había jóvenes los 18 años y yo tenía 23 años. Ramanya me comentó que el responsable del templo era Madan Manohar dasa (quien al recibir las bendiciones y la iniciación en la orden de sannyas, por parte Srila Sridhar Maharaja se convirtió en Sripad Bhakti Mohan Sajjan Maharaj) 1941-2017
Mientras esperábamos al encargado del templo, Ramanya das me presentó con prabhu Radha Krishna quien procedió a interrogarme con firmeza: “¿En dónde están tus documentos? En este lugar no aceptamos a gente indeseada como vagabundos, hippies, ni marihuanos”, me advirtió. Mí aspecto de hippie no me ayudaba. Algunos devotos que observaban la escena me aconsejaron esperar a Madan Manohar dasa. Tan pronto como él llegó, me acepto y me permitió quedarme con ellos. Así transcurrió todo un año. Poco despues de que llegase al templo, Srila Prabhupada envió a México a Hridayananda Maharaj, quien era el nuevo GBC. La vida en el templo era muy hermosa y todos los residentes aun y cuando jóvenes, me parecían personas benditas.
Un día al ver en el templo a una persona nueva le dije a Ramanya dasa: ¿Quién es esa persona que esta trapeando? El me contestó, pero además me dijo algo muy significativo: aquí la actividad de trapear es diferente a cuando trapeas tu casa. Aquí cuando tu barres o trapeas estas limpi8ando tu corazón en realidad. Porque este no es un lugar ordinario sino la casa del Guru, quien es el sirviente de dios, Krishna.
Algo muy sobresaliente en las expresiones de todos estos jóvenes residentes era el que repetían constantemente los nombres de Krishna y de Srila Prabhupada.
Después de varias semanas llegue a pensar en abandonar el templo y regresar a casa con mis padres y mis amigos. Me dominaba un sentimiento de separación de mis familiares y de melancolía. Pero hubo una persona que me ayudó mucho Satrajit Dasa. El es una persona a quien le debo el seguir aun como devoto. En ese entonces el era un hombre joven, casado con Bhagamalini devi dasi. Después de escuchar mi desaliento y mis razones él me dijo: “Mira Bhakta Roger, ven conmigo vamos a platicar. Dime, ¿por qué te quieres ir? En ese entonces yo observaba que el templo estaba muy desorganizado; había muchas necesidades, algunos días pasábamos hambre. Así que todas esas cosas se las comenté a Satrajit Dasa. Después de escucharme el me dijo lo siguiente a través de un ejemplo muy sencillo: Estos días que has estado aquí has aprendido de la mente, tu has escuchado como trabaja la mente, la mente puede ser nuestra mejor aliada o nuestra peor enemiga, por lo tanto, nosotros tenemos que controlarla, para que ella no nos domine. Yo te propongo lo siguiente: que tu permanezcas aquí en el templo durante tres meses, para esto debes fijar una fecha y sin importar como te sientas tu vas a permanecer aquí sin hacerle caso a las sugerencias de tu mente. Después de ese periodo, que tu hayas fijado, si aun tienes deseo de irte, lo podrás hacer. Y tendrás la satisfacción de tu conciencia, que tu decisión no estará influida. Así después de esa fecha, podrás decidir si te quedas o te vas.
A mi se me hizo su consejo muy bueno. Y yo pensé que era razonable. Y eso me dio tranquilidad y permanecí en el templo. Luego de transcurrido esos tres meses, al cumplirse la fecha, todas las dudas y las dificultades que yo sentía se habían desvanecido y estaba completamente identificado con los devotos. Siempre le debo estar muy agradecido a Prabhu Satrajit y a su esposa Bhagamalini devi dasi.
Después de ese periodo, nunca mas he sentido mas el deseo de abandonar el cultivo de conciencia de Krishna. Y se gestó en mi una sensación de identidad, de arraigo, de sentirme en casa, en mi verdadero hogar. Mi aprecio por Srila AC Bnaktivedanta Swami Prabhuapad también cambió y cambió de una de una manera muy natural.
Después de permanecer en la compañía de los devotos, de ocuparme en las actividades de servicio, y de sentirme cobijado por todas las enseñanzas recibidas, yo ya no lo veía a el , como una persona de aspecto feo , ahora lo veía como una persona hermosa, resplandeciente digna de toda mi adoración y amor.
Aquella transformación interior se dio en mi de una manera muy natural; se gestó la veneración; el Amor; pero tengo sesenta años y todavía me considero que tengo mucho egoísmo en mi ser; puedo decir que ese cambio de actitud me permitió vislumbrar y asumir el respeto y adoración que teníamos por A.C. Bhaktivedanta Swami. A tal grado que yo no lo veía como una persona fea, ahora lo veía como una persona hermosa, adorable. Cuando por primera vez le sus libros y cuando llegue al templo muchas cosas se me hicieron fascinantes, pero no la personalidad de Srila Prabhupada. Esa era la experiencia de aquel momento.
En el templo, el cumplimiento de las normas era muy puntual. Todos acatábamos la disciplina. Nos levantábamos temprano (3:45 am) y nos dábamos una ducha de agua fría. No había agua caliente ni en el invierno ni en el verano. Debido a su altura, la ciudad de México es una ciudad fría en las madrugadas especialmente, Yo recuerdo lo siguiente: Después de pasar mi primera noche, en el seminario, al día siguiente cuando fui al baño comunitario que tenían, y vi que todo los jóvenes se metían a las regaderas para darse un baño con agua helada , a mi me dio pena decir que no quería bañarme con agua fría y pensé para mis adentros. Me voy a meter al agua y seguramente voy a morir , en mi vida me había bañado con agua fría a las 3 45 de la mañana en un clima de invierno.
En una ciudad como la capital para mi sorpresa, no me morí. Y pasé la dura prueba del baño con agua fría.
Inmediatamente después de asearnos y vestirnos, pasábamos al tempo para celebrar la primer ceremonia del día mangal arati a las 4 y media de la mañana. Diversas actividades uno de ellos la cocina, en donde había una temperatura muy agradable debido al fuego que se necesita para cocinar los alimentos y como yo era nuevo yo no podía tener el privilegio de entrar a la cocina, sino que me enviaban a lavar las ollas que se lavaban afuera, con un frío terrible, eran ollas grandes pues se cocinaba para 50 o 70 personas. Luego escuchábamos la clase del Srimad Bhagavatam y hacíamos los cantos de la mañana.
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El servicio de sankirtana vino un poco mas tarde con la llegada de Hridayananda Maharaj. Hridayananda Maharaj llegó a componer la situación. Puso a los devotos en la calle a distribuir los libros del Movimiento escritos por Su Divina Gracia. Algunos devotos se resistían, no entendía el sentido del sankirtan. Incluso el aspecto de las iniciaciones fue un asunto que resolvió Hridayananda Maharaj. Eramos unas cincuenta personas. Mandó pedir indicaciones para los devotos. Sin embargo, por cierta información imprecisa quedé fuera de esa lista. Por consiguiente, me sentí muy mal. Yo no estaba con los devotos de mi generación, con los que yo había crecido. Si me deprimí, aun mas cuando llegó la iniciación de Srila Prabhupada. Tiempo después Hridayananda Maharaj como líder de nuestra zona, hizo todo lo necesario para invitar de nuevo a Srila Prabhupada a México.
En 1975, durante la visita a México de Su Divina Gracia yo ya tenia como devoto un año cumplido, me tocó iniciarme con él personalmente. Recordé mis tristezas de no haberme iniciado antes con mis compañeros de generación, ¡ahora recibía la indicación directamente de las manos de Srila Prabhupada. Aprendí que las cosas siempre suceden por una razón. Y en mi caso sucedieron por una hermosa razón que fue la de poder tenerlo ahí presente en el templo. Me avergoncé de mi pasada conducta irresponsable, de rendirme a la tristeza.
Los preparativos para su visita comenzaron en el templo. Fueron momentos muy especiales para todos, por la oportunidad de verlo en persona. Porque lo veíamos en los libros, en las revistas, en muchos de nuestros hermanos, sus discípulos directos, asociándose con él. Para nosotros ellos eran grandes personalidades; claro que los queríamos mucho, pero los veíamos como personas.
Nunca seria equiparable la emoción que te provocaba la expectativa de su visita y para mi la presencia de Srila Prabhupada es algo difícil de describir. Yo era nuevo en ese movimiento, pero confieso que ante él sentí que mi corazón iba a dejar de palpitar.
Se organizaron grupos de apoyo. Por ejemplo, un cuerpo de seguridad para cuidar su integridad física. Nuestro deber era vigilar con atención en las ventanas, terrazas, puertas de acceso, jardines. Teníamos la misión de evitar algún incidente desagradable, un atentado, porque era el líder principal del credo. Para mi fue fabuloso estar ahí. Me asignaron a la puerta principal. Abrir la puerta a las personalidades que venían a saludarlo. Recuerdo que en aquella ocasión vino la Miss México, también intelectuales de renombre, artistas, conductores de televisión, deportistas; en fin, gente famosa. Para mi todo era nuevo, deslumbrante, maravilloso. Veía a todas esas personas a su alrededor. Luego en su cercanía con los devotos lo veías gozar, te fascinaba su inteligencia, su serenidad. Todo cantábamos y lo veías brillante, lucido, resplandeciente.
En ese entonces yo no había ido a Estados Unidos, de tal forma que yo no conocía a la generación de devotos de los que también se hablaba con gran admiración. Los devotos estadounidenses que habían venido a abrir el templo. Solamente me queda decir que Srila Prabhupada se me hizo de una magnitud enorme, algo así como Dios mismo, majestuoso. Fue una experiencia única e inolvidable.